Del furor uterino a la pereza salvaje sólo hay un paso. Es crudo el invierno, a pesar de las escapadas y las mimosas en flor. Corta el viento del norte. Corta los labios. Y las ganas de amar. Se entumecen los sentidos y el tedio lo inunda todo. Es tiempo de revisitar autopistas abandonadas y ciudades olvidadas. Tiempo de nadar en la melancolía imaginada de un pasado mejor. ¿Es que nunca se va a acabar este invierno?
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3 comentarios:
¿No dicen eso de "no hay mal que mil años dure"? O algo así. Es que para los refranes no soy muy ducho...
Besitos.
Cierto, no hay mal que cien años dé, lo que pasa es que hay semanas que se hacen lustros. ¿Se acortará así el tiempo que queda para el fin del mal? Jo, esto parece el apocalipsis.
Qué escatológico todo. En el sentido inicial del término, claro...
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